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Por: Guillermo Botero Nieto
La historia de Armenia, una de las ciudades capitales más jóvenes del país, está íntimamente unida a nuestra entidad y por ello deseo agradecer en estas líneas la hospitalidad de esta ciudad, que ha sido parte integral, en un poco más de 100 años, de tres Departamentos: Cauca, Caldas y Quindío.

Recordemos que a mediados del siglo XIX, años después del exterminio de los antiguos pobladores quimbayas y del saqueo de sus fantásticos tesoros, llegó a la región el auge de la colonización antioqueña, impulsado por las recuas de mulas y el comercio del café.

Armenia fue fundada en aquella época, el 14 de octubre de 1889, por Jesús María Ocampo, Jesús María Suárez y otros 27 colonos más, de claro origen paisa, quienes  firmaron el acta de fundación en un rancho de plátanos. En esos días Armenia era un proyecto de pueblo, que hacía parte del corregimiento de Salento, perteneciente al Departamento del Cauca y se convertiría en municipio tan solo 14 años después, en 1903. Para 1908, la ciudad pasó a ser parte del Departamento de Caldas y fue en el año de 1966, tras la creación del Quindío, que Armenia se convirtió en ‘ciudad capital’ del  nuevo Departamento.

Remontándonos al año de 1949, fecha del primer Congreso de la Federación en Armenia, los comerciantes del Viejo Caldas, con intereses en esta región de Caldas acogieron la propuesta del empresario don Vicente Giraldo G. –propietario de las reconocidas industrias Vigig- , para impulsar el congreso de esta ciudad.

El comercio caldense buscaba de esta manera volver la atención del gobierno a esta parte abandonada en gestión. Obras como la construcción de carreteras, aeropuertos y acueductos, eran muchas veces emprendidas por el sector privado, que tenía un fuerte liderazgo empresarial cafetero. Por aquellos días, a 60 años de haber sido fundada, Armenia ya contaba con una fuerte dinámica comercial como lo tiene hoy.
La iniciativa de varios comerciantes ‘cuyabros’ había permitido desarrollar una interesante dinámica empresarial, basada en la estratégica ubicación geográfica como paso obligatorio entre el puerto de Buenaventura y el interior de Colombia. Esto  había llevado a que muchos negocios se dedicaran a realizar por sí mismos operaciones de importación y exportación de víveres, prendas de vestir, zapatos, telas, repuestos automotores, relojes y electrodomésticos. Vale recordar a otro coloso empresarial vinculado a la región, Leonidas Lara, quien aprovechó la cercanía de Buenaventura para importar maquinaria agrícola, camiones y automóviles Cadillac y Pontiac, así como los Jeep Willys del Eje Cafetero.

Como la historia tiene su curso propio, a veces sorpresivo pero con cierta memoria subconsciente de su pasado, tres lustros después de este evento la ciudad se había desarrollado milagrosamente, cuando se unieron de nuevo los protagonistas históricos de su gesta a marcar el destino de esta bella región. Fue un Presidente nacido en Popayán, Guillermo León Valencia, quien creó a los departamentos de Quindío y Risaralda, con el alborozo de los empresarios nativos de estas regiones de Caldas. Cuando el Presidente Valencia designó a Armenia como capital del Quindío, FENALCO ya era también mayor de edad, pues acababa de celebrar sus primeros 21 años y había coprotagonizado sucesos de importancia para la democracia y el desarrollo empresarial.

Después de este acontecimiento político, no tardó la nueva clase dirigente del comercio del Quindío, liderados por Guillermo Jaramillo Botero, fundador de la Seccional de FENALCO Quindío, en pedir de nuevo la confianza de su Gremio y fue así como en el año de 1974, volvimos a organizar en esta ciudad el Congreso Nacional de Comerciantes. Los años que siguieron son recordados como la época de bonanza del Eje Cafetero, que llegó a tener uno de los mejores niveles de vida de Colombia.

Pero, como todos conocemos, una serie de equivocaciones políticas y sociales empezaron a llenar de plagas la economía y la vida regional. Para completar las diez plagas de la región, en la fatídica fecha del 25 de enero del año 1999, a la 1:19 p.m., Armenia fue devastada por un terremoto de magnitud 6.2 grados en la escala de Richter, que causó graves daños en todo el Quindío. Poco tiempo después la Presidencia Nacional de FENALCO, a través de FUNDECOMERCIO, desarrolló un titánico esfuerzo institucional para apoyar al Gobierno Nacional en la reconstrucción de Armenia.

En medio de esta mala racha, que empujaba al desempleo y la pobreza a esta otrora pujante región, se dio el ‘milagro del turismo’. De pronto, las viejas casonas de las fincas cafeteras, un muestrario de la arquitectura de la colonización antioqueña, se convirtieron en cómodos refugios para los turistas del siglo XXI.  Los hostales nacieron en el Quindío de la necesidad de ofrecer un hotel rural con calidad para los exigentes gustos de los huéspedes nacionales y extranjeros. Su expansión y el crecimiento de la oferta turística en el Departamento lo ha convertido ya en el segundo destino turístico de Colombia.

En épocas recientes, la Junta Seccional del Quindío, liderada por Diego Vélez y su encantadora directora, Lina María Mejía volvió a conseguir la sede del congreso Gremial. Pero su mayor logro, con el liderazgo de sus directivos nacionales provenientes del Eje Cafetero, Luis Enrique Velasco y Carlos Eduardo Cano, quizá pueda ser haber vinculado la experiencia que en el tema turístico tiene la Presidencia Nacional de FENALCO, para promover de nuevo una ambiciosa unión regional. El Gremio promueve ahora la unión de los empresarios del Norte del Valle del Cauca, Quindío, Risaralda, Caldas y el Sur del Tolima, en un proyecto para constituir a esta región en una potencia turística internacional. Se trata de integrar a todos en el proyecto de distribución de regalías denominado ‘Paisaje Cultural Cafetero’, que puede ser por sí mismo un plan estratégico de dinamización regional.  








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